
En la tierra de los sueños...
en esa tierra, en donde solo necesitamos abrir los ojos para ver el rostro de la felicidad;
en esa tierra, donde se puede soñar en pleno estado de conciencia;
en donde la vida se potencia con cada suspiro de admiración...
En la tierra donde no existen el tiempo ni el espacio,
en donde el aquí y el ahora no admiten peros, ni reproches, ni quejas, ni cuestionamientos...
En la tierra en donde los gnomos y duendes entrelazan sonrisas de fantasías, con efímeras realidades;
En la tierra en la que un día comenzó a gestarse una historia de cuentos y reinas y hadas...
se pudo ver, en un instante cualquiera...
una imagen que representa la perfección de un sentimiento,
la imagen del punto de inicio, del momento cero...
Alguien lo llamó alguna vez PILTRIQUITRON, porque calló caprichosamente,
colgado de las nubes, una mañana cualquiera, quedando allí...
en ese lugar perfecto,
cautivando el corazón de quienes pueden ver más allá de lo que ven los ojos...
Pero la belleza de ese instante se extendió a todo lo demás:
a los olores, a los sonidos, a los colores, a las percepciones, y sobre todo a la energía del lugar,
a esa energía que puede sacarnos de nosotros mismos, para fundirnos con el paisaje, en un todo casi perfecto,
regalándonos la felicidad en su estado más puro... más pleno... más simple...
a esa energía que puede llevarnos -en un viaje sin distancias- al inicio de la vida, a la esencia de nuestro ser...