Las Historias de Ibrahim

El aspecto sombrío del yo


Muchos de nosotros tenemos en nuestro carácter un lado oscuro, un Yo sombrío. Ese lado es un mapa de la red neuronal del cual no queremos desprendernos, no solo porque es el que lleva la carga y el poder del victimismo, que manifiestamos a través de nuestras reacciones, odios, resentimientos, amarguras, celos, ira y todas esas emociones lamentables que no hacen nada más que destruir la salud de nuestro cuerpo; sino porque es el que hace que reincidamos una y otra vez en lo mismo.

Esta obstinada faceta del ego alterado en el cerebro está muy bien protegida porque tiene vida propia; ya que puede señalar circunstancias en nuestras vidas que la hicieron así: traición, abandono, ser objeto de mentiras, ser objeto de uso y abuso, de descuido y todas esas palabras que usamos normalmente en nuestras conversaciones con otros.

¿Y por qué no queremos cambiar? Porque de esta manera nos sentimos protegidos contra toda esa gente que “creemos” que busca meterse o aprovecharse de nosotros.

Podemos decir: “Yo tengo mal carácter por esto, por eso, y por aquello”... “Mi ámbito de trabajo es malo por esto, por eso y por aquello”. Pero ¿qué tal si quitamos esto, eso y aquello? ¿existiría aún el mal carácter? No, no existiría.

¿Y qué pasa entonces si decimos: "Yo no confío en la gente porque me ha traicionado" “Yo no confío en el sistema porque no es bueno” “Yo no confío en mis superiores porque solo buscan defender sus propios intereses”?

Bueno, pensemos en lo siguiente: Nosotros somos la primer persona en la que debemos confiar, porque nunca habrá nadie que nos traicione más que nosotros mismos. Al tener una actitud protegida, nos negamos a neutralizar la asociación con esa actitud y es por eso que nos atamos a ella.

La confianza da poder. Confiar en la gente sólo se convierte en un problema cuando tenemos dificultades para confiar en nosotros mismos. Pero cuando confiamos en nosotros mismos, ésta nunca se convierte en un problema, porque no tenemos allí una asociación a la cual adherirnos. De esta manera empezamos a desarmar una parte de nosotros que es responsable de que muchas soluciones nunca lleguen.

Nuestro patrón interno es como un almacén de información referente a por qué las cosas son como son. Y toda esa información está conectada con muchas personas, lugares, cosas y sucesos, a los cuales nos mantenemos aferrados, en vez de disolverlos.

Debemos mirar cada cosa, situación o lo que sea, como lo que es... sin el apego de personas, lugares, cosas, sucesos y tiempos. La asociación es una atadura. Es la única cosa que sostiene aquello que realmente no existe. La carencia es una ilusión. Lo que es real es la actitud que la sostiene.

Ahora, llegar a conocernos es una búsqueda que nos lleva hasta los pasillos interiores de nuestro ser, y realmente nos hace ver aspectos de nosotros mismos que hasta ahora solo formaron parte de nuestra personalidad y de la manera en como siempre nos percibió la gente.

Y en esto hay un elemento de miedo. Creemos que, si nos deshacemos de esa personalidad la gente no nos tomará en serio, o no seremos lo bastante grandes y malos como para causar impresión. Pero eso es una mentira, porque mientras nos concentremos en un problema insignificante, como la sola actitud que nos ha hecho arruinar tantas relaciones, tantas oportunidades, tantos días que vinieron y se fueron, mientras que eso permanezca en nuestras vidas, nuestro futuro será más de lo mismo. Debemos soltar aquello que no existe. Pero esto siempre fue un problema para la conciencia humana.

Todos los problemas que creemos tener no existen, porque lo único real es la asociación que creemos tener de ello. Esa es la asociación que necesitamos extraer. Entonces no existen tales cosas como las incapacidades. No existe tal cosa como el sufrimiento. No existe tal cosa como la carencia. Pero mantenemos estas actitudes para poder sobrevivir y, sin embargo, son las mismas actítudes que nos incapacitan completamente.

El arte del desapego
Una de las razones por las que nos cuesta cambiar nuestro Yo sombrío es porque nos asusta pensar en lo que seríamos sin él. Nos asusta el no tener que culpar a nada ni a nadie por lo que nos sucede, pero ser responsables por nuestras vidas y por lo que nos sucede es una gran responsabilidad.

¿Será que no queremos renunciar a nuestro pasado porque este ha sido un muy buen compañero en nuestro presente, y ello significaría realmente tener que ser una persona diferente?

Desprendernos de nuestros apegos no es una tarea difícil, pero si necesaria, porque mientras continuemos sosteniendo nuestro modo de pensar, seguiremos sosteniendo esa razón que tenemos para quejarnos, pero hacerlo nos llevará a seguir aferrados a lo que no queremos, condenando así nuestro presente.

Cuando nos enfoquemos en un pequeño problema o actitud, y no lo “conectemos” a nada nos daremos cuenta de que no existe.

Así como el vacío de Newton nos habla de la importancia de liberarnos de todo aquello que ya no necesitamos, para dar lugar a lo nuevo para venir (como cerrar un viejo amor para que pueda ingresar uno nuevo)... así debemos comenzar a limpiar nuestra personalidad de todas aquellas conductas que no hacen más que frenar nuestro crecimiento para comenzar a vivir nuestra adultez con responsabilidad, criterio y plena conciencia.

Una vez escuche decir por ahí... “Habré crecido el día que haya dejado de culpar a los demás por lo que me sucede”... Sin lugar a dudas eso implica un enorme trabajo y desafío personal... ¡que no podemos dejar de asumir!

En resumen:
  1. La percepción de los problemas que tenemos, se encuentra ligada, de alguna manera, a nuestra personalidad
  2. Nuestra personalidad se manifiesta a través de ciertas actitudes
  3. Esas actitudes se encuentran, a su vez, atadas a ciertas asociaciones
  4. Esas asociaciones pueden ser: el pasado, circunstancias, personas, hechos, tiempos, etc...
  5. Las asociaciones nos pone en un papel de víctima... “no puedo cambiar porque...”
  6. Ese papel de víctimas refuerza todo aquellos que deberíamos eliminar (odio, ira, estrés...)
  7. Entonces los problemas se encuentran sostenidos por las asociaciones. Las asociaciones le permiten ser lo que son
  8. ¿Qué sucedería si sacáramos las asociaciones, y dejáramos de culpar a los demás y a las circunstancias por lo que nos pasa?
      • Tomaríamos control de nuestras vidas
      • Permitiríamos que DESAPAREZCA EL PROBLEMA, o nos daríamos cuenta de que nunca existió, ya que habríamos eliminado los lazos que siempre nos mantuvieron unidos a él

Recordemos lo siguiente: ¡Cambiar es fácil. Lo difícil es que entendamos que es tan fácil!... Solo necesitamos ACTITUD