Las Historias de Ibrahim

La acción necesaria para el cambio










Decíamos en una entrega anterior que el Universo responde de manera perfecta a nuestros pensamientos y deseos. Pero, dicho de esta manera, pareciera que nuestra actitud debiera ser absolutamente pasiva, y no es así.


El Universo responde a nuestra voz interna. Es cierto. Pero dicha repuesta puede manifestarse de maneras muy diferentes entre si y nosotros debemos permanecer alertas, porque a veces la acción nos es requerida.


Si la acción se condice con la frecuencia del universo entonces se producirá en nosotros un estado de alegría y plenitud, que podremos advertir inmediatamente.


Pero lo que cuenta es nuestra velocidad, cualquier retraso altera las posibilidades. Si el impulso está ahí, si la intuición empuja desde dentro, debemos actuar. Ese será nuestro trabajo para convertir deseos en realidades, para atraer lo que deseamos.


Debemos entender algo, podemos empezar sin nada y de la nada, y de alguna manera un camino se abrirá.


A veces, en nuestro afán de querer controlar todas las situaciones que se nos presenta, desesperamos y nos estresamos emocionalmente al no saber como seguirá el curso de nuestros días, de nuestros proyectos, de nuestros sueños, etc… Pero querer controlar el abanico de posibilidades dentro de un contexto absolutamente inestable e impredecible, nos llevaría a estancarnos en la toma de decisiones, a equivocarnos y a estar peor aún.


No necesitamos saber como será nuestra vida, confiemos en que cada paso será el mejor y que ese paso atraerá uno mejor y así, paso a paso, el tiempo habrá pasado y nuestra vida se habrá tornado increíble, y sin pensarlo siquiera habremos armando nuestro destino.


Martin Luther King dijo “Da el primer paso con fe. No tienes que ver toda la escalera… tan solo da el primer paso”


El verano pasado fui al Cajón del Azul (foto) con un amigo muy sabio, que conoce cada espacio dibujado en la montaña, como si se tratase de su propia habitación. Mochila a cuesta emprendimos la aventura. Tras varias horas de caminata y admiración llegamos a nuestro destino. Recuerdo que no me alcanzaban los sentidos para contener tanta adrenalina y emoción. Ese lugar tan mágico hacia posible lo imposible.


Cuando terminamos el recorrido habitual, me propuso bajar hasta unos posones y entrar en contacto directo con el río encajonado en las profundidades. Era una locura tan solo pensarlo, porque debía bajar por una pendiente muy pronunciada… muuuuy pronunciada… ¡y solo contaba con las raíces de los árboles para sostenerme!


Obviamente no iba a perderme aquella experiencia que prometía ser increíble, y confié. Confié en mi, confié en mi amigo y confié en la montaña.


Paso a paso fui bajando, las raíces iban apareciendo mágicamente y mi cuerpo flotaba. Supe de inmediato que se trataba de confiar. Y no me equivoqué. Era la confianza en que todo estaría bien, la que alivianaba mi cuerpo.


Cuando estuve abajo disfruté tanto el lugar, su energía y su magia complementada por el calor del sol, que no existía en mis pensamientos la idea de regresar. Pero cuando lo hice, y aún me encontraba en la base, miré hacia arriba, hacia mi destino final y antes de entrar en estado de desesperación bajé la vista, respiré profundo y sentí la voz de la montaña diciéndome: “Michela, no te esfuerces pensando en cómo vas a llegar hasta arriba. El miedo paraliza y muchas veces las mejores carreras se pierden antes de comenzar a competir… Esforzate en dar el primer paso… ese primer paso te llevará al otro, y ese otro al siguiente y así, en el momento menos esperado, habrás llegado a tu destino…”


¡Dicho y hecho! En cuestión de minutos estaba arriba nuevamente, feliz, extremadamente feliz… Había desafiado mis limites, mis miedos, mis “no puedo”… porque si podía… porque si quería… porque si debía vivir de la vida cada experiencia que me estaba regalando en ese momento.


Pero lo mejor de todo fue darme cuenta, de una manera muy práctica, que el destino se dibuja paso a paso…


Cuando lanzamos nuestra intención al universo, muchas veces nos preguntamos: ¿Cuánto tiempo me llevará lograrlo? ¿Hasta donde podré pedir, hasta cuanto podré pedir?


Y bueno, no existen formulas perfectas, ni válidas para todos. Depende de nosotros y de la consonancia que tengamos con el recibir, de lo intensa que sea la sensación que pongamos en tenerlo ahora.


Y en cuanto al tamaño, esa es una limitación que proviene solo de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestra mente. Sino, observemos lo siguiente: a nivel científico no es difícil atraer algo “enorme” o algo “pequeño”. El universo hace todo lo que hace con cero esfuerzos. Una vez más, las limitaciones provienen de nuestra mente, de las reglas que fijemos arbitrariamente: “esto no se dará nunca”... “esto se dará en 2 horas”…


Estas parecen formulas mágicas, tocadas por una barita divina. ¡Toco y logro! ¿Toco y logro? Si. Probemos con cosas pequeñas. Pensemos en un amigo al que hace mucho no vemos. Imaginemos una cena con él, una salida, una charla. Recordemos la última vez que estuvimos juntos y sin duda alguna aparecerá o llamará.


¿Cuántas personas se encuentran atascadas en sus situaciones actuales, pensando una y otra vez los mismos pensamientos negativos, de frustración y derrota?


Pensar una y otra vez en las mismas cosas, hace que esas cosas se repitan una y otra vez. Esto pasa porque la mayoría de la gente ofrece su pensamiento en respuesta a lo que está observando.


Entonces debemos acercarnos a lo que es, a través de una posición estratégica diferente.


Si nos miramos ahora, esa/e ya no somos. Esa/e es el residuo de nuestros pensamientos y acciones pasadas. Ya lo decía Buddha: “todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”.


Sus sabias palabras deberían ayudarnos a proyectar a futuro y cambiar la perspectiva de aquel concepto: Seremos lo que pensemos, lo que queramos y decidamos ser. Porque si nos miramos hoy y nos definimos como personas a las que la vida se le mata de risa, entonces nos condenaremos a tener más de lo mismo en el futuro…


¡Seamos nosotros los que le sonriamos a la vida y edifiquemos a partir de allí todo lo demás!




michela.vidamagica@gmail.com