Las Historias de Ibrahim

¿Nos atrevemos a lo desconocido?



La sociedad actual nos impulsa a la seguridad, a movernos solo por terrenos conocidos. El gran interrogante es ¿por qué nosotros permitimos que se nos imponga esta gran barrera en nuestro crecimiento?

Con solo pensar que sabremos cómo será nuestro día antes de que lo vivamos; con solo conocer las respuestas antes de que formulemos las preguntas, tendremos asegurado no solo el repentino aburrimiento por la vida, sino que limitaremos nuestro desarrollo de una manera inimaginable.


Si buscamos unicamente seguridad, tendemos a evitar la experimentación y es hora de que intentemos cosas nuevas y experimentemos nuevas formas de comportamiento.

Estamos vivos para ser, para hacer, para soñar, para luchar, para experimentar, para crecer, para fracasar, para volverlo a intentar… ¡Cuantas veces se nos olvida que estamos vivos para vivir!






Miremos los siguientes puntos que nos marca el Dr. Dyer en su libro "Nuestras zonas erróneas"…


APERTURA A NUEVAS EXPERIENCIAS
Si creemos en nosotros mismos, entonces no habrá nada fuera de nuestras posibilidades.

Si, es cierto, el cambio está cargado de inseguridades, y las inseguridades nos asustan… pero el aburrimiento es debilitante y malsano psicológicamente. Una vez que se pierde interés por la vida es muy fácil quebrantarse. Y acá no se trata de que pasemos nuestro tiempo buscando motivos para hacer cosas nuevas, se trata simplemente de que lo deseemos.


LA RIGIDEZ CONTRA LA ESPONTANEIDAD
Cuan absurdas son muchas normas que respetamos ciegamente ¿no?

Probablemente nos llamen irresponsables e imprudentes si actuamos de manera espontánea… ¿pero que importa? ¿a quién le importa el rumbo que decidamos para nuestra vida?

Los hombres que siempre dicen si, no son hombres espontáneos. Sienten un terrible miedo a lo desconocido, se adaptan y hacen siempre lo que se les dice.

Pensemos un instante en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿hemos vivido 10.000 o más días? O ¿hemos vivido un día 10.000 o más veces? ¡Qué efímero y a la vez que abismal es el límite entre un concepto y otro! ¿no les parece?


LOS PREJUICIOS Y LA RIGIDEZ
La rigidez es la base del prejuicio, del pre-juzgar.

El prejuicio se basa en lo que nos desagrada, nos desalienta, nos resta confianza, y en el hecho de que nos es más fácil y seguro quedarnos con lo conocido. Si no confiamos en aquellos que nos resultan desconocidos, es porque no tenemos confianza en nosotros mismos.


LA TRAMPA DE… “SIEMPRE HAY QUE TENER UN PLAN”
La espontaneidad planificada no existe, y el enamorarse de un proyecto definitivamente es neurótico.

Debemos tomar decisiones día a día y creer en lo que somos, en lo que valemos y en lo que queremos para poder cambiar de planes libremente, evitando así que los planes y los proyectos sean más importantes.


SEGURIDAD EXTERNA E INTERNA
La seguridad externa, el proyecto final es para los cadáveres.

La seguridad implica saber lo que va a pasar. La seguridad implica nada de riesgos, nada de excitaciones, nada de desafíos, por ende nada de crecimiento, y nada de crecimiento implica la muerte.

Además la seguridad es un mito porque vivimos en un contexto por demás incierto y turbulento. ¿De qué seguridad podemos hablar si los escenarios cambian constantemente? ¿Si debemos manejar a diario nuevas variables de decisión? ¿Si cambian los criterios y los valores sociales conforme cambian sus actores?

Pero vale aclarar, que al margen de esta turbulencia existe una seguridad distinta, que si necesitamos buscar y alcanzar, y esa es la seguridad interior, que nos brinda el tener confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad de solucionar cualquier problema que se nos presente, recordando que si Dios nos “cargó una mochila sobre nuestras espaldas” es porque también nos proveyó de la fortaleza necesaria para cargarla.

Las cosas pueden deshacerse, podemos quedarnos sin dinero o sin casa, pero -a la vez- podemos ser una roca de autoestima y así entender que todo lo demás es accesorio a nuestra vida.


LOS LOGROS COMO SEGURIDAD
El miedo al fracaso es un mal social pero el fracaso no existe, porque este solo encierra una percepción muy personal de cómo deberíamos haber hecho tal o cual cosa.

Ahora es importante que comprendamos que, el no triunfar en algo que tratamos de hacer, no implica nuestro fracaso como personas. Se trata solo de no haber logrado el éxito en esa tarea específica y en ese momento presente.

El empuje para lograr cosas y triunfar viene de las palabras más autodestructivas de nuestra cultura.

La neurosis de: “haz lo mejor que puedes”, puede impedirnos el probar actividades nuevas y disfrutar de las viejas. ¿Qué es más importante? ¿Lo que sabemos o lo que sentimos?


EL PERFECCIONISMO
El intentar ser perfectos todo el tiempo nos inmoviliza y obstaculiza nuestro “querer hacer”.

El hacer es más importante que el triunfar. A nadie se le debería enseñar a ser competitivo, ni siquiera a tratar de hacer “todo bien”.

Debemos reforzar nuestra autoestima, nuestro orgullo y el placer por hacer aquellas actividades que consideramos importantes.

El fracaso puede ser productivo, puede servirnos de incentivo para trabajar y explorar, y hasta podemos tildarlos de éxito, si nos muestra el camino a nuevos descubrimientos.

Dice un viejo proverbio: “Nada falla tanto como el éxito, porque este solo confirma nuestras supersticiones”

Examinemos juntos la siguiente lista de comportamientos comunes que evidencian precisamente nuestro miedo a lo desconocido…
  1. Comer el mismo tipo de comida durante toda la vida;
  2. Evitar gustos exóticos;
  3. Usar siempre el mismo estilo de ropa;
  4. Leer diarios y revistas que mantienen la misma posición editorial, día a día, evitando admitir puntos de vistas contrarios;
  5. Ver el mismo tipo de películas;
  6. Vivir en un mismo lugar;
  7. No escuchar opiniones diferentes a las nuestras;
  8. Tener miedo a probar una nueva actividad por "si" no la podamos hacer bien;
  9. Aceptar el empleo seguro;
  10. Evitar personas que consideremos desviadas y etiquetarlas;
  11. Quedarnos siempre en un mismo trabajo, aunque no nos guste;
  12. Mantener un matrimonio que no funciona por temor a lo desconocido o a la soledad;
  13. Tomar nuestras vacaciones en el mismo lugar y en la misma época del año;
  14. Tener como criterio la eficiencia y el resultado en lugar del placer por hacer algo;
  15. Medir las cosas en términos monetarios;
  16. Tratar de lograr títulos y rangos importantes y símbolos de status;
  17. Ser incapaces de alterar un plan cuando se nos presente una alternativa interesante;
  18. Dejar que el reloj domine nuestra vida, vivir con horarios;
  19. Desechar actividades sin probarlas jamás;
  20. Escondernos detrás del mismo grupo de amigos, sin buscar o aceptar gente distinta que represente mundos nuevos y desconocidos;
  21. Seguir con los mismos grupos durante toda la vida;
  22. No conversar con gente extraña

Si comprendemos lo importante que es estar y sentirnos vivos, activos, dinámicos. Si comprendemos que lo único que nos llevamos de este mundo es lo que logramos y lo que capitalizamos con nuestro crecimiento, empezaremos a
matar nuestra tendencia de vivir cada día de la misma manera que el anterior.

Si no podemos crecer, ni desarrollarnos; si no tenemos nada nuevo para aprender, para conocer, para intentar… entonces estaremos listos para morir… Suena muy duro pero a lo mejor en las palabras más duras encontremos algo que nos ayude a despertar a tiempo.


La vida es nuestra… ¡para vivirla y para todo lo demás!



En la fotografía: mi amigo Horacio O. (de Venezuela) y su familia