Las Historias de Ibrahim

La batalla de Gandalf en el puente



Una reflexión sobre la voluntad...


En la gran colección de libros llamada: “El Señor de los Anillos”, existe una historia que muestra a Gandalf -un mago blanco-, sobre un puente endeble, enfrentado a un monstruoso y aterrador nigromante. Gandalf, protegiendo a sus amigos que habían atravesado primero el puente, se planta frente al monstruo y le dice: -“¡NO PUEDES PASAR!”


“¡No puedes pasar!”. ¿Se imaginan a una pequeña entidad diciéndole a una gran bestia... ¡No puedes pasar!?


¿Y a la bestia diciéndole confundida... -¿Qué pasa? ¿No me tienes miedo?”


-¡No! ¡No te tengo miedo! ¡Tú no vas a pasar!


¡Qué mensaje! El nigromante podría, con toda seguridad, despedazar al mago en el puente, puesto que es mil veces más grande que él. Pero Gandalf tiene algo que el nigromante no: tiene VOLUNTAD.


La voluntad es muy poco común en la humanidad. Es una de las raras cualidades de la grandeza.


“¡No pasarás! No importa lo grande, lo malo, lo feo o lo invencible que seas. Tú no pasarás, porque yo lo digo”... ¡Esa es el arma más efectiva que existe!


Cuando frente a un peligro llegamos al borde y decimos: ¡No pasarás!, ¿qué hacemos? Manifestamos nuestra capacidad de crear y quebrar el curso de nuestro destino. - “¡No pasarás! No importa si piensas que puedes matarme. No me matarás jamás porque no pasarás. No importa lo que le hagas a mi cuerpo, lucharé contra ti aunque no tenga cuerpo, y aún así no pasarás. Pero si destruyes mi cuerpo, me convertirás en un monstruo aún peor. ¿Qué vas hacer con alguien a quien puedes matar, pero que en cuanto liberas su espíritu se vuelve más terrible aún?”


¿Donde sobrevive la voluntad? La voluntad no es parte del cuerpo emocional, porque el cuerpo emocional le suplica al cerebro la continuidad: la continuidad del pasado, la continuidad de la queja, la continuidad de la condición de uno en la vida. Se lo ruega al cerebro y este se lo concede.


Bien, ahora pensemos en lo siguiente: ¿Quienes son nuestros nigromantes? Son los demonios que hemos creado y agrandado a partir de diversas situaciones de nuestras vidas. ¿Y qué necesitamos para liberarnos de esos enemigos sutiles? Tan solo tener la capacidad de detenernos en el puente y decirles a viva voz: -“Hasta aquí has llegado. No vas a pasar por aquí hacia mi nueva vida. Estoy aquí para decirte: hasta aquí has llegado.”


Para ser más explícita, ¿quienes son esos enemigos sutiles? Miremos dentro de cada uno de nosotros. ¿Con qué nos encontramos? Con resabios de pasado, victimismo, mentiras, culpabilidades, miedos, problemas inexistentes, excusas de postergación y sobre todo, con nuestra humanidad y con nuestra constante queja profesada a nuestros amigos, familiares o parejas... “¡Si no hubiera sido por este incidente!”... “¡Si no hubiera sido por esta persona!”... “¡Si no hubiera sido por esto o por aquello!”... ¡Los convertimos en nigromantes que van devorando nuestras vidas! Y cuanto más destrozan y consumen nuestro poder personal, (poder para ser, hacer, decir, soñar y cambiar lo supuestamente preestablecido), más grandes se vuelven. Pero solo existen en nuestra mente. ¡Qué paradoja! ¡Nuestra mente, nuestra peor enemiga!


Pero, así como Gandalf pudo enfrentar en batalla al nigromante, así nosotros podemos enfrentar las limitaciones provenientes de nuestra mente.


Si podemos levantarnos y declararle una verdadera guerra a las injusticias; si estamos dispuestos a enfrentar lo que gobierna nuestro mundo personal, y si podemos decir: “Escucha, me da igual lo que sea de mi al otro lado del puente. Simplemente no vas a salirte con la tuya. Estoy cansada de acobardarme ante tus necesidades. Ya no puedes pasar. Intenta destruirme con tu mejor arma. Haz lo que tu pienses que me acobardó en el pasado, porque jamás volverá acobardarme de nuevo”.... entonces, abremos entendido el mensaje.


¿Y qué implica entender el mensaje? Simple. Crecer y crear. Tomar el control. Recuperar el poder y con eso dejar de culpar y enumerar todas las razones por las que no somos felices y por las que necesitamos que, la gente que nos rodea, nos haga felices.


Si logramos eso, y si somos capaces de vencer nuestras propias limitaciones, entonces, abremos alcanzado el día más sublime de nuestras vidas, porque abremos despertado a nuestra verdadera esencia...