Las Historias de Ibrahim

¿En qué punto nos convertimos en aquello que repudiamos?



A Juan Cruz lo asaltaron hace unos meses. Eran las 11 de la noche y se encontraba saliendo de un cajero automático, cuando -2 sujetos armados-, lo redujeron fuertemente a golpes. En el momento en que les entregó todo lo que tenía, los delincuentes escaparon sin rumbo.
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Este hombre, preso de miedo e indignación, quedó paralizado un instante. Muchas preguntas pasaron por su mente y la falta de respuestas lo llenaron de odio. De un odio más fuerte que el dolor físico, que le habían dejado los golpes. ¡Pudo haber muerto en manos de desconocidos!
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Se levantó como pudo, y fue hacia la comisaría más cercana para hacer la denuncia. Al llegar tuvo la certeza de que la burocracia iba a “tragar” su caso. ¡Y así fue! Pero, al menos, pudo reconocer a sus agresores.
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Estando en su hogar, decidió que las cosas no podían quedar de esa manera. ¡Y que él haría justicia por sus propios medios!Fue así que preparó, cuidadosamente, una estrategia. Su mente disparaba un millón de ideas por minuto. Ubicó el paradero de los individuos. Estudió sus movimientos y, cuando lo consideró oportuno, hizo su ataque. ¡Pero claro! ¡Esta vez no se encontraba solo!
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¿Se dieron cuenta de lo que sucedió?
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Cuando Juan fue agredido, no pudo manejar sus emociones y -a pesar de que repudiaba la agresión- encontró en la agresión una manera de vengarse por lo que le sucedió. Digamos que, la víctima, terminó convirtiéndose en victimaria o bien, en aquello que tanto repudiaba.
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¡Es increible la cantidad de veces que nos sucede esto! Pagamos dolor con dolor, agresión con agresión, e infidelidad con infidelidad... solo como para mencionar algunos ejemplos.
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Pero este comportamiento individual puede trasladarse -con mucha facilidad- a comportamientos generales, de toda una sociedad o de todo un gobierno. De lo micro a lo macro. Y el ejemplo más gráfico lo constituyen las guerras.
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¿A quién se le ocurrió que la paz se logra a través de la guerra? ¿A quien se le ocurrió que el terrorismo se combate con terrorismo? ¿Cual es el punto en el que la cordura se convierte en locura?¿Está en la agresión que manifestó Juan, la solución a lo que le sucedió? No lo creo. Si bien es cierto que a veces uno se encuentra indefenso ante sistemas que no funcionan... o de una justicia que nunca llega, o de situaciones injustas e irracionales, también es cierto que, la agresión solo trae más agresión.
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A través de ella podemos aliviar una emoción negativa, en este caso de odio, ira o rencor, o calmar a nuestro ego que nos pide actuar, pero nada más. La agresión sólo siembra la semilla para un nuevo ataque.
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Mi propuesta, es que analicemos cómo están las cosas en nuestras casas, en nuestros círculos de amigos, en nuestros ámbitos laborales o donde fuere, y que traslademos este caso que hoy comparti con ustedes.
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Los invito a pensar en el por qué los malos momentos, o las malas experiencias, siguen sucediéndose una y otra vez... ¿en donde estamos fallando? ¿a lo mejor en nuestra reacción? ¿o en nuestro intento por solucionar esos problemas que nos aquejan?
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Si cada persona que está frente nuestro, intenta ser un espejo en el que nos podemos mirar... la mejor forma de romper con lo malo que nos sucede a diario, es reconcernos en ese espejo e intentar cambiar lo que no nos gusta. Cambiando en nosotros, aquello que repudiamos en otros, o en las circunstancias, todo comenzaría a modificarse.
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