Las Historias de Ibrahim

La trampa del miedo



¿Qué tienen en común un violador, un asesino, un golpeador, un agresor verbal, un loco manipulador, un represor y cualquier otro “bicho” de esta especie?
.
.
Pensemos un instante.
.
.
En todo acto de violencia, siempre existen dos partes. Al menos dos. Una de ellas es quien ejerce la agresión, sea física o verbal. La otra parte, es quien recibe esa agresión y la transforma -para sí o para su contexto inmediato (generalmente sus afectos)- en un daño físico, mental, emocional, etc., muchas veces irreversibles. Podríamos decir que, esta última es la “víctima” de tal enferma conexión.
.
.
¿Recuerdan cuando, de chicos, nuestros padres nos asustaban con el “viejo de la bolsa” o “los fantasmas” o “el viejo de la carretilla” o con tantos otros personajes sacados de la galera?
.
.
Naturalmente no había en ellos intención de dañar nuestra psiquis, pero si de manipular nuestra acción. Ellos sabían que, por miedo a encontrarnos con esos “enemigos invisibles”, nosotros... o nos acostaríamos temprano, o dejaríamos de pelear con nuestros hermanos o haríamos la tarea sin chistar. Digamos que, a través del miedo, ellos encontraban la mejor forma para hacernos ceder en nuestra postura.
.
.
¿Recuerdan cuando, de adolescentes, nos encontrábamos presos a las decisiones de los “más fuertes o populares” del grupo? ¿A las decisiones de esos “líderes” que podían inducirte a las drogas o el alcohol en un abrir y cerrar de ojos, si uno no tenía una buena base familiar?
.
.
Pero no nos vayamos tan atrás en el tiempo. Pensemos en nuestros trabajos. ¿Nos hemos encontrado, en alguna oportunidad, con cierto tipo de “acoso o persecución” laboral? ¿Una situación en la que, por miedo a perder nuestro empleo, tuvimos que bajar la cabeza -y a veces actuar en contra de nuestros propios principios- frente a la irracionalidad o tiranía de quien -en ese momento- se encontraba por encima nuestro en jerarquía o cargo, creyendo ser “Dios”, cuando en realidad era tan solo un miserable con poder?
.
.
Y miremos nuestras relaciones. ¿Cuantas veces hemos cambiado una decisión, que podría habernos cambiado la vida, tan solo por una manipulación emocional de nuestras parejas?
.
.
Y no hablemos de los casos en los que un asaltante, un violador o golpeador compulsivo logra el cometido con su víctima, arruinándole la vida, en el mejor de los casos.
.
.
Buscando -y encontrando- ejemplos podríamos pasarnos un día entero y parte del otro, porque vivimos en una sociedad violenta e insegura.
.
.
Pero siempre es igual. En todos los casos que hoy pusimos sobre la mesa, podemos observar lo mismo. Una parte pidiendo, exigiendo y obligando a la otra. Y la otra parte dando y cediendo sin cesar. El nexo entre ambas es un acto de violencia, frente al cual, el segundo grupo, cede por miedo.
.
.
El miedo, entonces, es el disparador que coacciona contra nuestra voluntad.
.
.
¿Pero saben cuando se disipa? ¿Cuando se esfuma esta ilusión en la que nos encontramos presos? Cuando miramos al agresor a la cara, sea quien fuere... y le decimos, desde nuestra más absoluta fuerza interna... “¡TU NO PASARAS!”.
.
.
No olvidemos que, quien logra su cometido a través de la violencia, es una persona insegura e incapaz de conseguir algo por otro medio. Pero la violencia se corta cuando no logra su cometido, cuando el espejo no le devuelve la imagen que esperaba.
.
.
Si la supuesta víctima, vibra más alto y fortalece su espíritu aferrándose a la fuerza de su voluntad, entonces el agresor “desaparece”, porque se corta el círculo de la agresión, ante la falta de respuesta, de ratificación.
.
.
Un hombre que agrede a una mujer, si no encuentra en esa mujer la respuesta de sumisión que esperaba, si la mujer se planta y le muestra su fuerza e integridad, entonces el hombre solo queda como un estúpido frente a tal circunstancia. Lo mismo sucede cuando un empleador, pretende que sus empleados anulen su voluntad o raciocinio, para hacer las cosas tan solo a su manera, aunque esto lleve a toda una institución a la auto destrucción. Un solo empleado que le demuestre cual es el verdadero poder, desestabiliza a ese tirano, a quien le espera una larga caída.
.
.
Cuando alguien quiera meterse con tu voluntad, o con tu libre albedrío, o con tu esencia humana... con esa esencia que te permite ser, como quieras ser, donde quieras ser y cuando quieras ser... entonces, miralo a los ojos profundamente y demostrale, sin palabras, tan solo desde tu vibración que nadie ni nadie podrá doblegarte.
.
.
Te vas a dar cuenta cómo, de a poco, todo lo que te causa daño, irá quedando en el pasado, porque estarás creando un nuevo presente...
.
.