Las Historias de Ibrahim

¡Escapemos de nuestra zona de confort!


¿Sos de las personas que prefieren moverse en una zona conocida, sin arriesgar ni cambiar? ¿Te cuesta descubrir -cada día- un nuevo sentido para tu vida?

Si la respuesta es si ¡Sos mayoría!
Hoy te invito a intentar cambiar la estructura que -durante tantos años- rigió tu existencia. ¿Te animás? ¿Emprendemos juntos un viaje imaginario?


Bueno. Te propongo que dejes cualquier cosa que estés haciendo y que imagines que la silla sobre la cual estás sentado en este momento es algo así como una nave, que te va a permitir llegar más lejos de lo que alguna vez has imaginado.

Y como ahora todo empieza a suceder, te pido por favor que no te pierdas de los detalles.

Tu nave comienza a elevarse. Salís de tu casa/ departamento/ trabajo y podés ver el lugar en donde estás, pero desde arriba. Seguís elevándote. Ahora podés ver la zona completa. Y seguís y lo que tenés ante tus pies es tu ciudad. ¡Si! ¡Ese cuadrado perfecto que estás viendo en este momento es tu ciudad! Allí con emoción y a modo de juego empezás a descubrir las calles por las que transitás cada día y lo que lugares que solés frecuentar. Y con tu dedo y en pocos segundos comenzás a marcar el itinerario completo que realizás una y otra vez. Trabajo/casa/gimnasio/ supermercado/club...

Seguís elevándote. Ahora descubrís tu provincia… tu país… el continente… el mundo… ¡qué pequeño parece todo cuando cambias de perspectiva! ¿No?

De repente el mundo desaparece bajo tu asombro y te encontrás ante la inmensidad del universo en todo su esplendor… Y es en este punto que viste lo necesario como para regresar…

Ahora me gustaría que me cuentes que pasó por tu cabeza en ese viaje. Te cuento lo que me sucedió a mí la primera vez que pensé en esto. ¡Simplemente comprendí, a través de un juego, que vivimos el 95% de nuestras vidas encerrados en un cuadrado… que termina siendo imperceptible!

Nos movemos en una zona de confort que se vuelve nuestra “cárcel al aire libre”. Los mismos lugares, los mismos trabajos, las mismas personas, los mismos círculos, los mismos hobbies ¡los mismos paradigmas condicionándonos una y otra vez!

¡Y todos -tarde o temprano- caemos en los mismo! ¿Y por qué?

Mirá este ejemplo… Nos aferramos a un trabajo, y pensamos que es la última oportunidad que va a llegar a nosotros. Sin ir más lejos, hace unos meses, mientras viajaba a Rawson, pude escuchar la conversación que mantenían 2 personas que estaban al lado mío. Una de ellas le decía a la otra, -“¡Estoy hecho! ¡Logré entrar a “tal lugar” y de ahí nadie te despide!”.

Yo lo miré. Tendría alrededor de 25 años, pero ya había condicionado su vida para siempre. ¿Te imaginás haciendo lo mismo que estás haciendo hoy, pero indefinidamente? ¿Te imaginás sabiendo como va a ser el resto de tu vida?

Lamentablemente este es un mal generalizado, porque si bien somos seres ilimitados, y fuimos concebidos para vivir en plena abundancia, estamos condicionados a una vida limitada, porque así son nuestros pensamientos… y porque así nos enseñaron a ser.

Y como somos carentes, no queremos arriesgar. Nos dan miedo los cambios. Si encontramos una zona de seguridad allí nos quedamos, porque estamos seguros, porque tenemos todo bajo control. Porque nuestro ego nos dice que ahí todo está bien. Que si nos movemos, a lo mejor nos podemos caer… y que si nos caemos, a lo mejor nadie nos va a levantar.

Y así es siempre.

¿Pero que hay del resto? ¿Qué hay de los lugares que nos quedan por conocer? ¿De los sabores que nos quedan por probar? ¿De las cosas que nos quedan por aprender? ¿De los caminos que nos quedan por recorrer? ¿Y qué hay de los sueños que nos quedan por conquistar? ¿Y qué hay de nuestro potencial para aprender nuevos oficios o profesiones y que nunca llegamos a desarrollar? ¿Y qué hay de nuestras ganas por conquistar el mundo… si siempre estamos parados en el mismo lugar?

Podemos hacer y equivocarnos, y eso está genial, porque al menos lo intentamos. El error forma parte del aprendizaje, de la osadía, de la valentía por “ser” eso que queremos ser. No se equivoca quien nada hace… lo dice todo el mundo... ¡Y es así!... ¿Entonces a qué le tenemos miedo?

Para conocer la vida, debemos explorar la vida, como niños aventureros. Debemos capitalizar emociones. Debemos animarnos a nuevos desafíos. Debemos asumir nuevos retos y apasionarnos por nuestros logros. La pasión nos invita a seguir conquistando nuevos espacios. Debemos caer para aprender a levantarnos ¡La zona de confort NO sirve para crecer! ¡Solo sirve para sobrevivir!


Y vivir una vida tan solo para sobrevivir, es malgastar una vida que puede ser plena e ilimitada… del principio al final… ¿No te parece?