Las Historias de Ibrahim

Lo peor de la gente mala es el silencio de los buenos



"Sobres por debajo de la mesa", coimas. Mobbing laboral. Sobre facturación en la venta de bienes y servicios. Maltrato. Desigualdad e irracionalidad. Mentiras y fraudes. Profesiones que se compran. Impunidad. Funcionarios mediocres. Empleados que se venden por un puesto mejor. Traición y deslealtad. Prostitución de valores y una sociedad que se cae a pedazos junto a sus principales instituciones, gracias a la corrupción que crece y está a la orden del día.


¿Como llegamos a esto? ¿Como explicamos o justificamos lo que nos está sucediendo?


Sin dudas, la gran mayoría de nosotros desea un país diferente, y me incluyo. Un país en el que se premie el esfuerzo, la capacidad y las ganas de hacer. Un país en el que la distribución de sus riquezas sea justa y equitativa. Un país en el que, gracias a sus recursos, sobren las oportunidades. Un país en el que se dignifique la vida, se acepten las diferencias y se encuentre un lugar para todos. Un país en crecimiento y con un futuro brillante.


Sin embargo, tenemos un país desbastado, saqueado y "usurpado" por quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar su rumbo. Sectores tradicionales reclamando lo suyo, versus, el enfrentamiento de un gobierno que se pone la bandera de los más carenciados, sin saber de qué habla. Ignorantes con poder, versus, la sensatez de quien busca dignificar su trabajo diario. Frustración de quienes no saben ni dejan hacer, versus, gente que quiere hacer y no puede avanzar, por las piedras que encuentra en su camino.


¿Hasta cuando vamos a seguir siendo meros observadores de este país que se encuentra en picada?


Ya estamos en el 2010... y cuando hago memoria, recuerdo las fantasías que tenía de niña. Recuerdo que, pensar en el 2000 me deslumbraba porque sentía la majestuosidad de todo lo maravilloso que se estaba gestando en algún lugar. Pensaba en el 2000 e idealizaba un mundo de "otro mundo". Un mundo absolutamente desarrollado, dominado por la tecnología, sin pobreza ni guerras, con "carreteras aéreas", con universidades virtuales y ciudades impactantes y ¡mil cosas más!.


Pero ya estamos en el 2010 y nada de eso sucedió. La pobreza sigue creciendo; el subdesarrollo se acentúa; las guerras no cesan; el poder sigue mal-entendiéndose; la ignorancia prima; los "sin techos" usurpan tierras del Estado y el Estado en lugar de dialogar, reprime; y el miedo es la excusa de nuestro accionar.


Ya estamos en el 2010 y seguimos siendo cómplices de los corruptos que nos roban en la cara y nos agreden desde sus actitudes...


¿Hasta cuando lo vamos a permitir?


Hace unos días fui a ver a Enrique Pinti al teatro y -entre otras cosas y en otros términos- habló sobre esto. Y dijo algo muy cierto: Los malos hacen mucho ruido, aunque sean pocos... Y los que queremos un cambio, los que nos levantamos temprano a la mañana para ganarnos el pan de cada día, y los que luchamos -en silencio- desde nuestros lugares para lograrlo, aunque seamos muchos más, no "sonamos", porque lo bueno no vende.


Pero la culpa es nuestra, porque, por comprar sólo lo malo que nos sucede a nivel social, seguimos ratificándolo una y otra vez. Y, de esta manera, seguimos alimentando a ese gran "monstruo", que no vacila a la hora de destruirnos.


Una vez escuché decir a alguien que, lo peor de la gente mala es el silencio de los buenos... y coincido plenamente con esa aseveración. El callar y aceptar es otra forma de complicidad.


Si queremos un cambio, debemos trabajar en él, con fe. Debemos comenzar a enfrentar, desde nuestra adultez, eso que nos duele o molesta. Debemos expresarnos y exigir respuestas a quienes están en las más altas esferas del poder, porque en ese lugar los hemos puesto nosotros para que resguarden nuestros recursos y velen por nuestra seguridad y desarrollo.


No existen los imposibles. Creo en la honestidad, creo en ese modelo de vida que me enseñaron mis padres cuando era muy pequeña. Y no me importa pecar por ingenua (los niños, desde su ingenuidad, logran revertir el mundo que gira en su entorno).


Entonces, ¿por qué no intentamos cambiar el espejo en el cual nos miramos, pero de verdad, sin miedos, ni censuras? ¿Por qué no intentamos salir de esta crisis sin conformarnos a lo que está preestablecido y nos dominó hasta el día de hoy? ¿Por qué no nos liberamos de esta parálisis que nos impidió luchar, por nuestros derechos, durante tantos años?


Podemos equivocarnos a la hora de actuar. Si. Nadie está libre de cometer errores. Pero -aun así-, hacer algo, lo que sea, nos pone en el camino correcto...