Las Historias de Ibrahim

Doctor... ¿donde está su ética profesional?



Hay situaciones que son difíciles de imaginar. Pero hay otras que, si uno las ve con sus propios ojos, directamente no las puede concebir... como esto que le sucedió a mi mamá.

Ella viajó al norte y al regresar, comenzó a sentir una molestia en su ojo derecho. Como la molestia se profundizó con los días, decidió realizar una interconsulta con un especialista.

Fue así que sacó un primer turno, con un reconocido oculista de la ciudad de Puerto Madryn. El la examinó, le pidió un costoso estudio con una máquina que recientemente había adquirido, y le diagnosticó "desprendimiento de retina sin lesión". Tras el diagnóstico le dijo que, su afección, era propia de su edad, que no debía preocuparse, y que siguiera con su vida normal porque no iba a tener problemas mayores.

Cuando ella me contó esto me pareció extraño, porque hasta donde yo tenía entendido, un desprendimiento de retina requiere cirugía y cuidados extremos. Pero bueno, al sentir que ella se había tranquilizado, me tranquilicé yo también... y todo quedó ahí.

Como los días siguieron pasando y la molestia continuó inquietándola, buscó una segunda opinión, lo que la llevó a caer en manos de un segundo profesional.

Este se sorprendió por el diagnóstico anterior: "Desprendimiento sin lesión"... porque consideraba que el desprendimiento era en si una lesión, y además porque no podía arribarse a él con el estudio que le habían efectuado.

Yo no voy a juzgar esta situación, porque siempre está fuera de nuestro alcance el poder comprender lo que hay detrás de la medicina convencional, en cualquiera de sus especialidades. Lo que si voy a cuestionar es el comportamiento de este segundo profesional.

A mitad de la consulta... ¡¡sonó su celular!! Y para sorpresa de mi mamá, no era ni un paciente, ni su secretaria, ni un colega... no, no... ¡Era su pareja/amante/esposa o algo parecido!

El comenzó a hablar como si hubiese estado solo. Y la charla se puso interesante... Y se acomodó en su sillón... Y sonrió... Y continuó hablando... y los minutos fueron pasando ¡Y mi mamá quedó plantada en medio del consultorio!

Ella, al principio, tomó esta situación de manera natural, porque sabe que -de alguna manera- todos vivimos adictos al celular. Pero después de 15 minutos, no pudo evitar el sentirse muy incómoda... no solo porque el tiempo de su turno se iba agotando, sino porque este hombre no mostraba signos de terminar su conversación.

En un momento ella provocó el cruce de miradas, y le preguntó en voz baja:


-"¿Qué hago".

El sin colgar, y sin emitir sonido alguno, movió sus manos y gesticuló de tal manera que, le dio a entender que se fuera y volviera después.

-"¿Después cuando? - preguntó indignada.

El le mostró 3 dedos, y gesticuló nuevamente... -"3 semanas"... Dicho esto, giró su sillón y continuó con su romance, como si nada.


Vista esta situación desde afuera suena muy graciosa, aunque está muy lejos de serlo. Cuando es uno el que está enfermo, preocupado con algo que lo aqueja, busca la contención y el apoyo, de quien considera un referente. ¿Y quien es ese referente cuando se trata de la salud? Sin dudas ¡¡el médico!!

Pero, lamentablemente, no son muchos los dignos de ganarse nuestro respeto y confianza. Máxime cuando consideramos todo lo que está sucediendo en el mundo de la medicina: malas praxis, infecciones en internación, falta de higiene y control, enfermedades creadas en laboratorios para poner a la venta determinadas vacunas o drogas farmacológicas, cirugías por interés económico, discapacidades derivadas de las mismas, etc... mil veces etc.... ¡todo el mundo habla de este tema en la calle!. Pero ojo, no coloco a todos en la misma bolsa... hay médicos excepcionales, a los cuales tenemos mucho que agradecer.

El problema lo constituye el resto... Y a "ese resto" siento la necesidad de hablarle hoy para preguntarle:

Señor Doctor, dentro de su profesión ¿Qué lugar ocupa la ética profesional? ¿Tiene Usted plena conciencia de que, lo que tiene en sus manos, es una vida... aunque el problema sea menor? ¿Es Usted conciente de que, un error, por acción u omisión, podría ser fatal?

Naturalmente no espero una respuesta de su parte, pero si lo invito a reflexionar, y le pido que rescate -desde el punto de vista humano- el ejemplo de sus colegas de antaño. Si, si... de ese médico que atendía a mi familia hace unos años; de ese médico al que no le importaba ni la hora, ni lo que estuviera haciendo, para correr ante nuestro llamado; de ese médico que "veía" a sus pacientes, con ojos de amigo o de padre, y no como si se tratase de un simple código a facturar a la Obra Social.

Usted me dirá que los tiempos cambiaron, y no lo voy a discutir... pero hay principios que deberían mantenerse inmutables ¿No le parece?. Por eso le pido una vez más que, antes de abrir la puerta de su consultorio, tome la sabia costumbre de ponerse de nuestro lado, e intente comprender lo que nos pasa por dentro, antes de llegar a Usted para pedirle su ayuda y asesoramiento profesional... ¡Porque, en definitiva, es nuestra vida la que dejamos en sus manos!

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